Bernabéu se queda huérfano muy pronto, y el Real, al que llega como jugador, y luego será directivo y presidente, será su verdadera familia. Poco a poco, con el dinero que aportan las entradas (el único posible en aquellos tiempos), el Real se va recomponiendo y Bernabéu traza un plan: se propone fichar a todo buen futbolista del que tenga noticia y lo hace con un claro sentido de la imagen y la popularidad.